lunes, 22 de julio de 2013

de Iván Vasov a Malovitsa














Otra vez llegué cansada. Un poco. No puedo entender que esté cansada. Será que me faltan las vitaminas y me hice adicta? 
Me fastidió la bajada. Famosa bajada a Malovitsa. Desde la cima del pico que encierra el paraje, a 2700 metros de altura y chirolas, hay que bajar a 1960. Es un suplicio.
Todo el día hubo mucha niebla, tanta que no se veía el camino, no se veían las marcas. Me perdí dos veces, pero volví atrás y me encontré. La primera vez que me perdí fue a pocos minutos de salir de Ivan Vazov. Me había dejado llevar por la intuición, y pensé que iba bien, pero decidí volver atrás porque encontré marcas que no correspondían con mi sendero, me llevaba al Monasterio, y no quería ir otra vez al Monasterio, pero sí quería venir otra vez a Malovitsa. Es tan hermoso este lugar. No pude sacar fotos todavía, de acá. Ayer, con tanta belleza de los lagos, se me gastó la batería y en Ivan Vazov no hay electricidad así que no la pude cargar. Saqué un par en el camino, con la resaca de la batería, pero muy pocas.
Hubo mucha nieve en el trayecto, ayer nevó por acá. En el caminó llovió bastante. Cubrí la mochila y aunque se me mojó el buzo porque la campera de agua la perdí en Laos, ya me cambié y tengo buzo seco.
Salí a las 8 de la mañana. A las 8 y media estaba perdida, y a las 9 y media llegué al lugar al que debería haber llegado supuestamente en una hora, el cruce de caminos por donde ya había pasado ayer. Me perdí por distraída, por cieguita sin anteojos, y por la niebla.
El camino sube mucho, otra vez, es muy agreste. Al principio hay camino de tierra, de barro por las lluvias, y después mucha piedra. Piedra a secas, grandes, y esta vez, mucha agua. Brotan arroyos y cascadas por doquier. Crucé varios tramos de nieve a las patinadas, no traje los bastones, no creí que hicieran falta, quién iba a decir que nevaría. Me hubieran venido bien en el descenso. No me caí cincuenta veces como el año pasado. Esta vez me caí menos. Tres veces nada más. Y eso que estaba más patinoso.
En total tardé 7 horas en llegar desde Ivan Vazov a Malovitsa, pero a eso hay que restarle descansos, me senté unas cuantas veces, y las dos perdidas. La segunda vez, no fue una perdida, fue una pifiada, pero esa pifiada, sin querer, me llevó a la cumbre del cero Malovitsa, 2729 metros. Espectacular! Había dos caminos con la marca roja y blanca que era la que yo seguía. Seguí una y se ve que era un camino viejo que luego de caminar quince minutos se cortó en un precipicio donde había un cartel medio borroneado pero en el que se leía claramente y con rojo STOP! Había un mástil y un monolito de piedras que alguna vez debe haber tenido una bandera. Ahí, sin saber todavía que había llegado a la cumbre, pegué la vuelta para agarrar por el otro camino que sube por el borde de rocas, similar al que hicimos el año pasado, pero va por otro lado porque no pasé el cable.

Malovitsa está más lindo. Más flores. Más verde. Más vegetación. Vi a un par de caras que recuerdo del año pasado. Este lugar es soñado. Y además de soñado, le voilà, existe de verdad en este mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario